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Francesc Miquel i Badia: 'Un nuevo poeta' (Costa y Llobera)

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El Diario de Barcelona fue uno de los periódicos más antiguos de España. Creado en 1792, tuvo que cerrar su edición en papel en 1994 y en digital en el 2009.

Cuando en 1885 Miquel Costa i Llobera publica Poesies, se ocupaba de la crítica literaria en el Diario de Barcelona Francesc Miquel i Badia (1840 - 1899), quien el 22 de junio de 1886 publica el artículo "Un poeta mallorquín" sobre el poemario de Costa.

Actualmente no hay rastro del Diario de Barcelona en Internet. En el año 2001, Enric Cassany y Antònia Tayadella publican el libro Francesc Miquel i Badia, crític literari al Diario de Barcelona: 1866-1899 en el que recogen los artículos del periódico y que podemos leer en Google Books. El artículo "Un poeta mallorquin" se encuentra en las páginas 88 a 91.

Un poeta mallorquín

La poesia catalana cuenta con un nuevo poeta cuyas composiciones se hallan inspiradas en los más fervorosos sentimientos católicos. Miguel Costa y Llobera, poeta mallorquín, a quien ni de nombre conocíamos, ha de figurar al lado de nuestro valiente Mossèn Jacinto Verdaguer, según lo proclama por elocuentísima manera el librito que dió a luz en el pasado año de 1885 con el sencillísimo título Poesies d'En Miquel Costa y Llobera. Léese con fruícíón de la cruz a la fecha. porque cautivan al lector a un tiempo la arraigada fe y el aroma cristiano de todas las páginas y la espontaneidad deliciosa, la sencillez admirable, la riqueza de la expresión y la traducción exacta del concepto en frases gráficas, en hermosísimas imágenes sin el menor deseo de buscar efectos, de atraer la atención con recursos que descubran al retórico ni al literato. Y, sin embargo, rebosan arte por todas sus líneas las Poesies de Costa y Llobera, arte exquisitísimo, arte delicado venido directamente del corazón, aquilatado robustecido por una inteligencia formada al calor de las doctrinas del catolicismo. Hay, por otro lado, en todas las composiciones, como existe también en las del Rdo. Verdaguer, la sinceridad de un alma enamorada de Dios, que cree sin vacilaciones ni duda de ninguna especie, que ve en toda la naturaleza la mano sabia del Omnipotente, que confía en la misericordia divina, y que en medio de los desengaños y de las miserias de la tierra entrevé siempre el rayo de esperanza que desciende del cielo.

Un continuado grito de Excelsior vienen a ser las Poesies d'En Miquel Costa y Llobera. Siempre mira arriba; siempre en lo alto encuentra la meta de las aspiraciones del alma.

Perque la vall de dolor
no es lloch de cosa acabada.

Con sin igual ternura desfoga su pecho en Cansó, dirigiéndole esta endressa:

¡Sentiments que d'aquest cor
Cap en fora vos n'anau.
Perfums de l' anima en flor,
Volau molt amunt, volau!

Cuya sencillez corre parejas con la de la poesía Desd' est catafalch incógnit, en que dio a conocer su aliento de poeta y de poeta cristiano el popular Rector de Vallfogona. Idéntico sentido, idéntica voz de Excelsior sale de Lo pi de Formentor, concebida y desarrollada con grandiosidad en el pensamiento y en las imágenes. En ella le dice al altísimo árbol:

Arbre, mon cor t' enveja. Sobre la terra impura,
Com una prenda santa duré jo 'l teu recort.
Lluytar constant y véncer, reinar sobre l' altura
Y alimentarse y viure de cel y de llum pura...
¡Oh vida... noble sort!
¡Amunt, ánima forta! Traspassa la boyrada
Y arrela dins l' altura, com l' arbre dels penyals.
Veurás caure a tes plantes la mar del mon irada
Y les cansons valentes 'nirán per la ventada.
Com l' au dels temporals.

Bajo su pluma la sublimidad de tiempo, representada en las grandes ruinas de pasados siglos, adquiere un profundo sentido cristiano. Una construcción de época remotísima, envuelta en impenetrables sombras, le ofrece en A un claper el mejor punto de partida para la eternidad.

Per axó vench a veurer algun dia
Claper may derruit,
Aquí ahont pareix que 'l temps ja no fa via,
Pren millor sa volada l' esperit.

Recomendamos a los lectores de gusto depurado, y sobre todo a los que sepan sentir la poesía de veras, el sublime pensamiento contenido en los dos últimos versos y al par el misticismo que entrañan. Encuéntrase en ellos la grandeza de los líricos cristianos de la Edad Media, de los Prudencios y de los Ambrosios, unida a la tierna expresión de nuestros inolvidables místicos Santa Teresa y San Juan de la Cruz. ¡Qué de puntos de contacto se notan en el libro de que hablamos, entre el modo de pensar y de sentir de su autor y el modo de pensar y de sentir de los autores de Las Moradas y de La llama de amor viva!¡Cómo lo mismo que en los dos santos aparece en las Poesies de Costa y Llobera aquella sencillez tan difícil de alcanzar, aquella intensidad de sentimiento que recuerda la sentencia, de la abundancia del corazón habla la lengua! Alguna vez desfallece el joven poeta mallorquín, mas su Defalliment viene a ser como suave deliquio, oración alzada al Señor para que conforte su espíritu.

Senyor, qu' ab ma benehida
De la mort fas brollar vida
Per amor,
Desperta 'l cor que ja es hora:
Un cor que canta o que plora
Viu, Senyor!

Vive, es cierto, un corazón que canta ó que llora y, por lo contrario, es corazón muerto el que nada siente, el que permanece indiferente al través de los días y de las noches.

En las poesías que hemos citado resplandece un cierto aire popular de buena casta. Son idilis, con muchos puntos de semejanza con los que han dado merecidísimo renombre al insigne autor de Lo Canigó, mas Costa y Llobera tiene estro para alcanzar a expresión más grandilocuente, en la mejor acepción de este calificativo. Sin buscar la pompa, antes rehuyéndola por natural delicado gusto, llega a la grandiosidad en L'Harpa, que simboliza —conforme hace notar con su certera crítica el señor D. José María Quadrado, nuestro querido amigo— con vaga, solemne y melancólica majestad la resurrección de nuestra habla antigua, coetánea de la gloriosa monarquía de Aragón, sin declamaciones, sin golpes oratorios impropios de la serenidad de la poesía lírica. Esta misma serenidad y grandeza se advierten igualmente, con mayor vigor, con rasgos más gráficos y felices en Tenebres, «bíblico cuadro —son palabras de Quadrado— en que hoy se agita el siglo descreído y que una tenue lámpara es capaz de esclarecer para el verdadero sabio». Las tinieblas envolvían al mundo; la Babel crecía; los pueblos clamaban llum, llum; iban los sabios sin guía, en la sombra.

cercant lo gran misteri per l'ample llibertad;
pero el llumet que duyan no mes los aclaria
fragments de veritat.

Escuchaban otros sabios las voces de la naturaleza; a veces parecía notarse resplandor fantástica de aurora boreal: que viene el día, gritaban todos, mas volvía pronto noche mortal. Y prosigue el poeta:

D' un temple solitari parlava la campana:
«Oh cors! la terra es fosca, lo cel inmens y clar...
Oh cors! jo sé l' estrella d'aquesta vida humana,
La llantia del altar!»
Y la remor dels pobles mes forta reprenia,
Y 'l só casi apagava del bronso benehit...
Llavors dins la foscura clamá l'ánima mia:
«Oh Llum... negra es la nit!»
Tot sol entrí en el temple. La llantia del Sagrari
La fosca feya veure de la deserta nau.
Poruch mon cor batía; mes l'angel del santuari
Me dá son bes de pau.
¡Oh Deu! allá en l' augusta quietut del Tabernacle,
Davant mon cor brillaren Be, Veritat y Amor...
¡Oh Deu! allá 'l silenci parlá com un oracle,
¡La fosca era claror!

Composiciones de un carácter popular decidido, de encantadora ingenuidad contiene asimismo el volumen Poesies d' en Miquel Costa y Llobera. El romancerillo La llegenda del Puig de Pollensa, población de donde es natural Costa y Llobera, es un lindísimo ejemplar de este género, así como también pertenece a él la llamada Cansó dels pelegrins de Lluch, especie de gozos a la Santísima Virgen que se venera en Mallorca bajo dicha advocación.

Excusado es decir que estas obrítas son asimismo dos afortunadas inspiraciones cristianas, como todas las del libro. Los sentimientos que el poeta canta han formado su alma y han vigorizado su mente; transcribió en verso lo que pensaba y lo que sentía, y de ahí la verdad y el encanto que resplandecen en todas las páginas de libro; sus defectos, si mereciesen citarse, débense a la misma sinceridad de la inspiración; a la ingenuidad de la expresión, a la ausencia de la lima, ni siquiera manejada al modo de los mayores poetas. Tras del sublime ideal que Miguel Costa y Llobera persigue en sus versos, va también en el mundo y este ideal le ha llevado, joven levita, a Roma para mejor emplearse en la defensa y en la propaganda de la fe católica. Voz bellísima de un alma católica son sus Poesies, como hemos dicho y repetimos; desahogos místicos de superior dulzura, cantos lírico- populares que se leen y releen con verdadero embeleso. Esto nos ha pasado con las obras del poeta mallorquín, nuevo para nosotros, que recomendamos con empeño a nuestros lectores y singularmente a los aficionados a la poesía y literatura catalanas, entre los cuales nos contamos cuando se trata de poesía y de buenas letras que en realidad de verdad así merezcan llamarse.


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