Busco información sobre las bibliotecas en la época bizantina y me encuentro con un tema conocido en Mallorca. Se trata de las imágenes que el 15 de agosto se exponen en las iglesias de la isla, la fiesta de la "Dormición de la Virgen". Se trata del estudio La Dormición de la Virgen María en el arte bizantino durante la dinastía de los Paleólogos: Estudio de cuatro casos realizado por José María Salvador González en el año 2008. Indica el autor la "esencial incidencia del pensamiento de San Juan Damasceno sobre el desarrollo del tema iconográfico de la muerte de la Virgen (Koimesis) en el arte bizantino durante la dinastía de los Paleólogos" y analiza cuatro murales bizantinos de los siglos XIII y XIV localizados dos en Serbia, en Macedona y en Constantinopla.
Me pregunto si estas imágenes de la Virgen yacente de Mallorca tendrán relación con esas iglesias "de la antigüedad tardía" de los siglos V a X.
Encuentro, ahora más relacionado con los libros, pero no aún con las bibliotecas un artículo titulado El libro en Bizancio, compañero de viaje, capítulo del libro "Caminos de Bizancio" publicado por la Universidad de Castilla-La Mancha (2007). La autora Inmaculada Pérez Martín es autora de cuatro decenas de artículos o capítulos relacionados con el mundo griego y bizantino. En el capítulo, habla de unas arcas donde transportaban libros y de unos "libros de itinerarios", quizás precursoresde las guías de viajes.
Al no encontrar información acudo a los libros ..., bueno, a un libro titulado "Bibliotecas. Una historia ilustrada" escrito por un periodista norteamericano llamado Stuart A. P. Murray. Trata la historia de las bibliotecas, especialmente de las norteamericanas a partir de un determinado capítulo, pero no así, lógicamente, en los primeros capítulos.
Constantinopla, como Roma, tuvo una gran biblioteca imperial que en el año 476 sufrió un gran incendio. Sin embargo, aunque muy mermada, continuó hasta sufrir los saqueos de los cruzados (1204) y la conquista musulmana (1453). Con todo, durante estos siglos fue una gran biblioteca que guardó antiguos libros y a la que llegaban nuevos libros y copias realizadas por los monasterios que rodeaban la ciudad.
En el siglo V, mientras el Imperio romano de Occidente se deshacía, las bibliotecas de Constantinopla, la capital del Imperio bizantino, iban reuniendo obras clásicas grecorromanas. Allí quedaron protegidas de la destrucción traída por los invasores o los cristianos hostiles a los «paganos», un término utilizado para referirse a musulmanes, judíos y cualquiera que no fuera cristiano.
Otra circunstancia adversa para el negocio editorial fue la constante decadencia de la economía del Imperio oriental, asediado por guerras en varios frentes. El declive económico contribuyó a la ruina de la edición, que había estado luchando por sobrevivir debido al elevado coste de la producción de los libros. El pergamino era escaso y caro, al igual que los servicios de los escribas y los encuadernadores profesionales.
Si bien la edición de libros y las bibliotecas no prosperaron tanto como en la época grecorromana, los bizantinos todavía poseían un importante conjunto de libros antiguos, tanto en rollos como en códice, a menudo de época grecorromana. Constantinopla era conocida por exportar libros, muchos de los cuales fueron a parar a bibliotecas árabes y persas, donde fueron traducidos y estudiados por los eruditos que estaban tomando parte en el florecimiento intelectual árabe. Así fue como Constantinopla preservó el conocimiento de la era grecorromana y lo transmitió a las bibliotecas árabes.
Quizá el factor más decisivo en la desaparición del negocio editorial en Bizancio durante le Edad Media fue la oposición cristiana a las obras paganas que desafiaban su doctrina. Con la persecución de los escritores no cristianos y la prohibición y destrucción de las obras de la época grecorromana, el negocio de los libros virtualmente desapareció. Las bibliotecas lo sufrieron en sus carnes. Un observador contemporáneo señaló que las antaño pujantes bibliotecas o bien habían cerrado o bien eran «como tumbas».
Las tierras recién controladas por el islam, que básicamente había rodeado Asia central, se encontraban entre Europa y el sur y el este de Asia. El islam se difundió a lo largo de la costa norte de África, mientras Constantinopla cayó bajo su control, además de gran parte del sur de Europa, Sicilia, España y Portugal. Gracias a estas conquistas, los musulmanes tuvieron acceso a los libros y bibliotecas de los bizantinos, herederos de gran parte de la cultura grecorromana. Mientras que en la Europa cristiana por lo general los libros paganos eran dejados languidecer y no se copiaban (con lo cual perecían), los bizantinos y después los musulmanes (grandes amantes de los libros y la erudición) los preservaron.
En las principales ciudades del mundo musulmán aparecieron bibliotecas públicas, la mayoría de cuyos libros eran de papel y publicados en forma de códice. El mundo islámico adquirió el arte de la fabricación de papel durante el siglo VIII de manos de prisioneros chinos capturados durante sus expediciones hacia el este. Al final los musulmanes terminaron por llevar la fabricación de papel al subcontinente indio y a Europa.
Un extendido amor por los libros, en especial los más bellos, estimuló la aparición de bibliotecas privadas en tierras islámicas. Dado que esta religión se mostraba contraria a la creación de imágenes, los títulos islámicos carecían de las coloristas iluminaciones de los libros europeos. En vez de ello floreció el arte de la caligrafía, la cual se convirtió en uno de los aspectos más elegantes de los libros islámicos.
La mayor parte de las bibliotecas islámicas se encontraban en mezquitas y eran importantes para el estudio devoto, sobre todo del Corán, el libro sagrado musulmán. Al igual que en los monasterios europeos, la principal función de las bibliotecas de las mezquitas era la copia de libros por parte de escribas, en este caso del griego, persa, sánscrito y latín al árabe. Al mismo tiempo, la ciencia musulmana fue traducida al latín por eruditos de visita llegados desde la Europa cristiana. Estos conocimientos científicos fueron adquiridos en parte de libros que habían sobrevivido de la época grecorromana; pero este conocimiento clásico fue ampliamente mejorado por los sabios e inventores musulmanes.
La cultura islámica floreció durante varios siglos. El comercio entre civilizaciones promovió la educación y la ciencia europeas, mucho menos avanzadas que las del mundo musulmán. Los monasterios cristianos cercanos a bibliotecas islámicas enviaron escribas para copiar y traducir libros. A su vez, estas copias fueron diseminadas ampliamente por Europa.
La España musulmana contó con al menos setenta bibliotecas, la más grande de todas ellas en Córdoba, una ciudad que solo cedía en tamaño ante Constantinopla. Córdoba atrajo a tantos eruditos cristianos que ayudó a estimular la creación de universidades en Europa.
Entre las obras islámicas de especial interés para los lectores europeos se encontraban textos de astrología, astronomía y cosmología, campos muy desarrollados entre los eruditos musulmanes. Los libros islámicos de medicina y matemáticas también estaban muy bien considerados en Europa, del mismo modo que lo estaban inventos como sus avanzados instrumentos de navegación. En bibliotecas desde el sur de Rusia hasta Sicilia y España floreció la cooperación entre eruditos de tres fes: cristiana, musulmana y judía. Conocidas de forma colectiva como «gentes del Libro», cada una de estas religiones estaba guiada por la palabra escrita: cristianismo y judaísmo por la Biblia, y el islam tanto por ella como por el Corán.
La era de las tres religiones estudiando en paz terminó con las Cruzadas (siglos XI-XIII), cuando ejércitos cristianos invadieron y ocuparon Tierra Santa. Los libros y bibliotecas que antes se compartían en abierta cooperación sufrieron la depredación de las incesantes guerras y persecuciones religiosas.
Bueno, quizás algo deslabazado o desordenado pues abarca muchos siglos, la historia del libro y de las bibliotecas es compleja. Gran decadencia en el mundo occidental y aparición del Islam pujante. Los "libros sagrados" se mantendrán en este Occidente, aparecerán las escuelas catedralicias, las universidades medievales que exigirán muchos libros cada vez de menor carácter religioso. La caída de Constantinopla coincide con la aparición de la imprenta - que no significa la desaparición del manuscrito -.
¿Pudo llegar algo en Mallorca en su deconocida época bizantina? Las primeras iglesias, posiblemente códices de los libros sagrados. No lo sé. También desconozco qué pudieron dejar los siglos de la dominación árabe. El fuego y el tiempo lo borró casi todo.