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José María Quadrado y las 'Poesies' de Costa

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En diciembre de 1885, José María Quadrado (1819 - 1896) publica en Museo Balear un título algo original: "Caritat, Esperansa y Fé. Tres buenas obras de este año 1885". Título en dos lenguas que nombra las virtudes teologales en su primera parte y que anuncia tres obras en su segunda. Las tres obras a las que se refiere, publicadas en 1885, son "Caritat" de Verdaguer, el "Llibret de versos" de Llorente y "Poesies" de Costa y Llobera. Recojo las páginas referidas al libro de Costa

De vida íntima, en acentuado contraste con el anterior, es casi todo el tercer libro; y no otra cosa podía aguardarse de quien, retraído en la casa paterna y en posesión de amenas y semi-vírgenes soledades, ha pasado lejos del mundo lo mas de su florida primavera, dividido su tiempo entre la piedad y el estudio, y acaba de abandonarlo todo, familia, posición y gloria, si no harto difundida, alta al nivel de los mas insignes poetas españoles, á fin de prepararse con mas serios estudios en Roma á entrar en otra clase de retiro. No levantaré del velo que encubre á la modestísima persona, sino lo indispensable de todo punto para hacer comprender al eminente escritor; antes bien la común patria, el recíproco afecto, mis esperanzas puestas en él desde su tierna infancia, el cordial é incesante trato con su dignísima parentela, son para mí otros tantos motivos de reserva y de templanza en su justo elogio.

Dios y la naturaleza son los objetos casi exclusivos de la lira de Miguel Costa; ¿qué estraño pues, que derivados de las mas puras fuentes corran tan límpidos y abundantes y sonoros aquellos raudales de poesía? A doce años atrás se remontan, según la fecha que al pié llevan, sus mas antiguas composiciones, y habida en cuenta la precocidad de su talento, indican haber brotado todas en plena juventud. Y sin embargo, ni una huella de combate, ni la menor señal se advierte de borrasca de las que se consideran frecuentes y poco menos que necesarias en semejante estación; ni una nube siquiera en el trasparente cielo, ni una nota discordante en las compasadas armonías del alma: todo á pesar, ó mas bien por efecto del poder de la mente, de la fuerza de la voluntad, del calor del corazón, que mejor se manifiestan por la firmeza, por la paz, por la serenidad, por el equilibrio, que por la lucha y furor de los desconcertados elementos. Dígase luego si es capricho mío imponer el título de fé á la expresión homogénea de tan profundas é inconmovibles convicciones.

Tanto si se ocupan del mundo exterior como del mundo de su alma, al Criador van á parar generalmente las poesías de Costa. En la Vall, deliciosa como son las de su tierra, alcanza «alientos de otra existencia, esencia maravillosa que dona 'l viu conort y l' anyoransa:» al abril de la Primavera halla muy superior el abril de un corazón «que cree, espera y ama:» en la clarísima Diada de juny vé «ensancharse el corazón de la tierra:» envía arriba, muy arriba, en su Cansó los perfumes del alma, como los perfumes de la flor que en ella no se detienen, tomando el vuelo ácia la región de la luz y de las nubecillas de oro. Marina y Nocturn despiertan sus aspiraciones á lo infinito: el Claper, envuelto en impenetrables sombras, le ofrece, puesto que en él «ya no anda el tiempo,» el mejor punto de partida para la eternidad: el Pí de Formentor, que todavía admiran muchos por su obra maestra, le enseña, como símbolo del alma fuerte, «á luchar constante, á vencer, á reinar sobre la altura, á alimentarse y vivir de cielo y de pura luz.» Temporal, grandiosamente descrito, se le presenta en su transfiguración sublime, esculpiendo la escarpada costa como artista inspirado por Dios. Feliz poeta, que tan deliciosos paisages y tan incomparable naturaleza ha tenido delante á todas horas por espectáculo y modelo! pero feliz también Pollensa, cuyas dentelladas sierras y graciosos senos se reflejan en la fantasía de aquel hijo suyo, como en tranquilo lago, con un encanto superior á la misma realidad, levantando sentimientos y produciendo obras, á cuya fama inmortal merecerán un día asociarse!

Bien mirado, las altas dotes literarias que distinguen al joven vate, aquellas formas escultóricas, aquella precisión y tersura de estilo, aquella sobriedad de imágenes, aquella diafanidad de expresión, aquella melodiosa y natural fluidez de versos, no muy comunes por desgracia en la nueva escuela, mas aficionada de lo debido á estridentes sones y al barroquismo de conceptos y palabras, corresponden á las prendas morales del autor, á sus procedimientos intelectuales, á la índole de sus ideas y á la elección de los asuntos. La generalidad aplaude y envidia los efectos, sin acertar con la causa principal, y acaso sin convenir con el que se la señala. Las poesías sujetivas de Costa, si pueden así llamarse las elevaciones de su espíritu á Dios, llevan el mismo sello que las descriptivas. ¡Con qué entusiasmo Demunt l' altura entona «el himno sagrado del amor, y extiende sus brazos para abrazar el universo!» ¡Con qué puro transporte celebra su advenimiento á la Juventut, sintiendo indefinidos anhelos é íntimas fuerzas que le empujan adelante, pidiendo sin embargo «que en la vida nueva no le abandone la santa luz del ideal y que le haga sombra en los ardores del día el recuerdo de los años de inocencia!» Su corazón presiente un vergel ignorado, solo conocido del cielo, en cuyas aguas bajan á mirarse los ángeles, y pide alas á las palomas para volar á él... cuando el Reculliment se lo muestra «dentro de su propio espíritu.» Esta vida ascética verdaderamente cuenta sus horas de Sequedat, de Defalliment; pero un minuto solo de la inefable dicha, bosquejada en De matí con la pluma de S. Juan de la Cruz, vale un siglo de penas humanas, es la anticipación del paraíso sobre la tierra.

Hay pensamientos sueltos, comparaciones luminosas que valen por sí solas una poesía; capullos entreabiertos, ráfagas brillantes que dejan un rastro de perfume y de luz indelebles. Y el mismo autor explica el Per qué del encanto de esos capullos, de esas ráfagas, de esas auroras, de esas gracias infantiles, superior á lo que en su respectiva línea se completa; «porque el valle de dolor, responde, no es lugar de cosas acabadas.» — «Vivió, murió, dice el Epitafi; las lágrimas de ignorados padecimientos, como gotas de agua infiltradas en la roca, labran esas ocultas maravillas que se reserva para templo suyo el Omnipotente.»—«Lágrimas y lumbre ideal, añade la Comparansa, lo mismo que luz y lluvia en las nubes, hacen resplandecer el arco iris en las almas.»—Fé y dupte se le representan en la paloma que vuela por la altura y en el gavilán que la acosa; deplora un ángel el lastimoso poder del mal, y contesta la voz del Infinito: «no hay paloma que haciéndole frente no pueda volverse un águila.»—Trazar la línea entre bienes y males, entre penas y alegrías del mundo, le parece tan vano empeño como el de un niño que corre Ran de mar para deslindar la arena que bañan las olas de la que dejan enjuta.—Dos suspirs cruzan en el hogar la niña y la abuela y se preguntan mutuamente la causa; ninguna contesta, y ambas se guardan su secreto creyéndolo ignorado de la otra.—Amor de patria leeréis en el índice, y lo buscareis esperando robustas y sentidas estrofas; pero ¿pudieran decir mas que sus sencillos doce versos con el ramito de romero que el viajante besa rezando cada noche, y que estrecha aun su mano al arrojar las olas el cadáver?

No siempre canta solitario el joven Costa: se asocia una que otra vez á reuniones y fiestas, vá en romería á los santuarios, dicta á los peregrinos de Lluch inspirada canción, contribuye con preciosa piedra á la corona poética de la veneranda imagen, paga rico Tributo á la de la Virgen de Montserrat enlazando sus excelencias con las glorias mallorquínas. Y á las principales de la isla, es decir á los tres bienaventurados que la ilustran, no podía menos de rendir homenaje: sencillo y delicado á sor Catalina Tomás en la fiesta de su tercer centenario, recorriendo á la vez las campiñas de Valldemosa y la historia de la santa doncella; tierno y devoto al humilde portero Alonso Rodríguez, siguiéndole por la áspera cuesta de Bellver al sitio consagrado por la aparición de la Virgen; levantado, sublime, al inmortal Raimundo Lull en el sexto centenario de la fundación de Miramar, himno único que conozco á la altura de aquel gigante. Para la Patrona de su pueblo ha reservado el fiel pollensín un romancerillo nada menos, que refiere en diez partes con sabor legendario la historia del Puig, las luces misteriosas, el hallazgo de la antigua efigie, la fundación y el abandono del convento, su reconstrucción como hospedería y su fiesta popular.

Ahora me apercibo de que no he sabido prescindir de fijarme una por una en las flores todas del precioso ramo; y ya no he de permitirme una omisión injusta respecto de La primera llágrima, vertida por nuestros primeros padres en su errante jornada por el aridecido mundo, y presentada ante el Altísimo de quien obtiene el decreto de Redención; de la Font, fatal espejo de la doncella que contemplando su hermosura siente inflamársele la ambición; de la Corona de semprevives, lanzada á un torrente para escarnio de la duración de los afectos humanos, mientras brillan en los astros del cielo las verdaderas siemprevivas. Tampoco he de callar, por vía de cita siquiera, tres felicitaciones: una en soneto á D. Mariano Aguiló por su edición del libro de la órden de caballería de Ramon Lull, otra á un recien ordenado sacerdote, y la tercera á mosen Verdaguer por sus místicos idilios, á los cuales añade uno mas con su enhorabuena.

Dos poesías he guardado para el remate, á fin de que subiera el encomio de ellas á proporción de la preeminencia que les atribuyo; pero renuncio ya á juzgarlas. La admiración y entusiasmo que siento por el Harpa, se salen fuera de los límites de la crítica, por mas que no tema razonarlo sólidamente: ninguna otra en el género fantástico, española ó estrangera, culta ó popular, me ha impresionado jamás tan vivamente; ninguna simboliza con tan vaga y solemne y melancólica magestad la resurrección de nuestra habla antigua, coetánea de la gloriosa monarquía de Aragón. La otra, Tenebres, la entrego al lector para que por sí mismo saboree y califique el bíblico cuadro de la desoladora noche, en que hoy se agita el siglo descreído, y que una tenue lámpara es capaz de esclarecer para el verdadero sabio.

TENEBRES

Vaig veure 'l mon dels pobles. Y per la volta.blava
reinavan les tenebres d'una suprema nit:
d' horror ó d' esperansa la terra tremolava,
d' afany jamay sentit.

Una remor inmensa, creixent, tempestuosa,
dins l' ombra s' escampava pe 'ls quatre vents del cel;
casi engrunant la terra, s' alsava portentosa
com una gran Babel.

Y la Babel creixia, creixia... jamay plencs
ses portes n' engolian de temples y palaus!
Del llamp era senyora, y omplia de cadenes
los elements esclaus.

«Llum! llum!» deyan los pobles, ab ares qu' estallavan,
inmenses foguerades alsant dins la Babel;
mes ay! ab la fumassa los astres s' amagavan,
y era mes negre el cel.

Uns sabis caminavan dins l' ombra, sense guia,
cercant lo gran misteri per l' ampla llibertat;
pero el llumet que duyan no mes los aclaria
fragments de veritat.

Uns altres escoltavan les veus de la natura,
lo que l' abisme parla poema may escrit;
y suspirant míravan alguna estrella pura
fugir á dins la nit...

Á voltes, repentina, muntar los pobles véyan
la resplandor fantástica d' una auba boreal:
vé 'l dia! tots cridavan, vé 'l dia! y quant ho déyan,
tornava nit mortal.

D'un temple solitari parlava la campana:
«oh cors! la térra es fosca, lo cel inmens y clar...
oh cors! jo sé l'estrella d'aquesta vida humana,
la llantia del altar!»

Y la remor dels pobles mes forta reprenia,
y 'l sò casi apagava del bronzo benehit...
Llavors dins la foscura clamá l'ánima mía:
«oh Llum! negra es la nit!»

Tot sol entrí en el temple. La llantia del sagrari
la fosca feya veure de la deserta nau.
Poruch mon cor batia; mes l' Angel del santuari
me dá son bés de pau.

¡Oh Deu! allá, en l' augusta quietut del Tabernacle,
devant mon cor brillaren Be, Veritat y Amor...
¡Oh Deu! allá 'l silenci parlá com un oracle,
¡la fosca era claror!

Falta, para completar el concepto de nuestro gran poeta, la publicación del caudal que ya tiene de poesías castellanas, que no han de poner menos alto su nombre en el Parnaso central de España; y hasta en el volumen que acabo de examinar, falta con otras varias la oda á Horacio, que Menendez Pelayo calificó de inspiración la mas alta de Horacianismo en la literatura catalana. Otra cosa falta, y la diré, para clave de sus obras, y es la última que ha... no escrito... sino realizado. Gran dicha y merced del cielo es concebir tales aspiraciones, mayor formularlas en tales versos, suprema traducirlas prácticamente en actos. La dicha para él es grande, la lección para el mundo elocuentísima y sublime. Esperemos, sin embargo, que no le sea aceptada la generosa renuncia por lo tocante á la gloria literaria, y que se la merezcan todavía doblada en su segundo retiro frutos mas copiosos y excelsos de su espíritu privilegiado.

José María Qüadrado.


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