Negros nubarrones de tormenta/ combaten contra el viento/ más allá
del Popocatépetl,/ del mismo modo que el viento de la razón/tiene el
corazón crucificado/ hasta que llega el excesivo peso de la locura,/ la
grieta en el cerebro./ Torbellino sin razón/ el pétalo de la inteligencia
desgajado del tronco/ en dónde puede caer sino en la última
oscuridad, / en la tierra final. / Tomar las armas para defender el
viento,/ salmos de la desesperación,/ de la destruida razón./ Blancos
pájaros vuelan contra el trueno/ y aún más alto, /donde Chejov dijo que
se encontraba la paz,/ allí donde se transforma el corazón / y al fin
retumba el trueno.
Malcom Lowry. El trueno más allá del Popocatéptl.
Versión Juan Luis Panero.
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La aventura es la narración de un viaje.
El Héroe no es el que se atreve a irse
sino el que ha logrado retornar.
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La llamada del bosque o del mar nunca es gratuita.
A veces más te vale morir en batalla o en la tormenta
que sobrevivir después de haber flotado aferrado a un tronco
bebiendo agua salada
y orina
sin valor para dejarte llevar por las sirenas
y sin embargo abriste tu corazón y escuchaste su canto.
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Y decidiste ser valiente
y decidiste soltarte de toda esperanza
y producir un milagro: nadar.
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Y llegaste a las playas olvidada
donde los machos cabríos se ayuntaban
con sus madres
donde los hombres eran caníbales
y donde los pájaros morían cansados de tanto volar
porque todo árbol es peligroso.
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Pero ni siquiera así te rendiste,
Sebastià,
y seguiste caminando
resacoso de insomnio
cantando la canción que todos negaban
para no dejar de violar
o asar con la madera de la furia
los cadáveres
rellenos de piña y plátanos
bebiendo agua de coco
sintiendo la tierra entera rodar.
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Y subiste
solo y valiente
al borde del Volcán,
como el Cónsul,
y te decidiste a leer las cartas perdidas
y sin miedo diste un paso
y caíste al fuego
que encendió Rimbaud.
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Cuando abriste los ojos
te viste las alas de águila
la mirada de serpiente
la valentía del león
porque habías sobrevivido a tu propio abismo
y como un hombre herido para siempre por la misma belleza
que pintó Botticelli
escribiste el Poema que narra una ida y una vuelta
y la lluvia tuvo sentido
y la soledad del náufrago
se transformó en la alegría del hombre que ha descubierto un propósito
en el ladrido del perro que espera.
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Estamos más limpios
desde que limpiaste tu mierda.
Como Hércules
superaste una prueba
y nos salvaste a todos.
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Gracias Sebastià
sólo los valientes
escriben así.
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Solo los valientes
sobreviven.
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Sólo los valientes
son poetes.
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Gabriel Bertotti