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La vitamina D - Consejos, composición y beneficios para la salud

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Nuevos horizontes para una vieja vitamina

Por vitamina D se conoce a un conjunto de moléculas muy parecidas, de las que la vitamina D3 es la más importante en el ser humano. Al contrario que el resto de los micronutrientes esenciales que globalmente se denominan vitaminas y que sólo se consiguen a través de los alimentos, la vitamina D puede sintetizarse en el organismo. Basta para ello con recibir dosis adecuadas de rayos ultravioleta B al exponerse a la luz solar que trasforman una molécula derivada del colesterol y presente en la piel en el compuesto a partir del que se origina la vitamina D activa.

Ese compuesto sufre una primera modificación en el hígado que origina un derivado hidroxilado, la 25-OH-vitamina D, que a su vez experimenta una segunda hidroxilación en el riñón trasformándose en 1-25-OH2 vitamina D. Siento introducir nombres químicos en un texto divulgativo, pero en este caso es necesario porque la medición de las concentraciones sanguíneas de 25-OH-vit D son las que sirven para valorar si hay deficiencia de esta vitamina, y la 1-25-OH2 vit D es la forma activa.

Así pues, la participación sucesiva de la piel, el hígado y el riñón originan el producto biológicamente activo, que en realidad debe considerarse más como hormona que como vitamina. La mayor parte de las necesidades de vitamina D se cubren por este mecanismo, ya que no abundan los alimentos que la contienen: pescados (especialmente el hígado) y yema de huevo.

En ese sentido al menos, los que vivimos en países soleados tenemos cierta ventaja. Sin embargo, lo cierto es que hay una proporción significativa de la población que tiene concentraciones bajas de 25-OH vit D en su sangre, indicativas de una deficiencia relativa de esta vitamina, independientemente de dónde vivan, para lo cual siempre es adecuado llevar una buena dieta sana y equilibrada y leer consejos de nutrición, a fin de tratar de compensar las faltas de minerales que esta situación pudiera ocasionar.

La función clásica de la vitamina D es facilitar la absorción intestinal de calcio. El calcio es imprescindible para que los huesos estén adecuadamente mineralizados. La carencia de vitamina D en la infancia origina el raquitismo, una enfermedad temible por las deformidades permanentes que deja en quienes la padecen y sobreviven a una infancia desnutrida y porque refleja una situación de miseria social propia de las novelas de Dickens y de amplias zonas del planeta sometidas a condiciones de hambruna.

Pero además, la vitamina D modula la respuesta inmune, reduciendo su intensidad y regulando la activación de sus mecanismos básicos, mejora la fuerza muscular y reduce la sensación de fatiga. Para ello hay que subvenir a unas necesidades que se calculan en 600 unidades internacionales diarias, para proporcionar unas concentraciones sanguíneas de 25-OH vit D de al menos 32 nanogramos/ml.

Hay evidencias fiables que indican que las personas que tienen niveles normales de vitamina D en sangre gozan de una mejor salud y tienen una esperanza de vida mayor. Esto no quiere decir necesariamente que la vitamina D mejore la salud, ya que puede ocurrir que sea la buena salud la que induzca unos hábitos de vida y de alimentación que mejoren los niveles de vitamina D. Así que cuidado con sacar conclusiones precipitadas. La única forma de comprobar la primera premisa es realizar un estudio prospectivo en el que se demuestre que la administración de vitamina D a dosis adecuadas durante periodos prolongados mejora la salud y la esperanza de vida, y ese estudio no se ha hecho todavía, al menos con el suficiente grado de evidencia.

Como ésta es una página dedicada al hígado, pongámonos en situación. Se ha comprobado que las concentraciones sanguíneas de vitamina D son con frecuencia bajas, e incluso muy bajas, en enfermos hepáticos, y muy especialmente en los que sufren hepatitis crónica C. Las causas son múltiples: deficiente alimentación, trastornos de la absorción intestinal, vida recluida, mal funcionamiento del hígado. Además se ha establecido una relación directa entre los bajos niveles de vitamina D en sangre y la gravedad del daño hepático.

Lo más importante de estos recientes avances en el conocimiento de la vitamina D es que hay datos que sugieren que la corrección de la deficiencia mejora los resultados del tratamiento de la hepatitis C con interferón y ribavirina. Si esto es verdad, y hay que demostrarlo de manera fehaciente, deberíamos conocer si un enfermo que va a recibir tratamiento contra su hepatitis C tiene hipovitaminosis D y, en caso afirmativo, corregirla antes de iniciarlo.

La vitamina D es muy barata y de manejo seguro, pero no debe administrarse de manera arbitraria ya que a dosis elevadas es tóxica. En el estado actual de nuestros conocimientos no se puede recomendar su administración masiva a todos los enfermos con hepatitis C. Lo más adecuado es determinar las concentraciones de 25-OH vit D en sangre y corregir las posibles deficiencias mediante la administración de las dosis necesarias y suficientes, que sólo un médico que disponga de la información adecuada debe establecer.

Por lo tanto, si usted tiene una enfermedad hepática no corra a la farmacia a comprar vitamina D, sino que plantee la cuestión a su médico y si éste no la conoce a fondo, lo cual no tiene nada de particular porque se trata de un tema muy especializado, pídale que le remita a un hepatólogo. De otro modo, mi propósito al crear esta página quedaría desvirtuado y usted tal vez se pusiera en peligro.

Más información | ¿Qué es la vitamina D y qué efecto tiene?


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