Xipell, otra víctima de la persecución contra la concertada

La Escuela Infantil Xipell de Ciutadella está sufriendo, en primera persona, el zarpazo de la persecución ideológica que, desde el Govern, se ha iniciado contra la escuela concertada. El Govern ha decidido eliminar el concierto de una de sus aulas. Una decisión amparada en la legalidad, pero empujada por la aversión y odio que el actual Govern de izquierdas tiene contra la escuela concertada y más, como es el caso, si ésta pertenece a entidades de la Iglesia.

Esto no es nuevo. A principios de legislatura el Govern también negó el concierto de bachillerato a La Salle de Mahón y suprimió el concierto a los cursos de ESO de los colegios Aixa y Llaüt de Palma de Mallorca. Además, durante este año de gobierno se ha visto una clara discriminación y marginación a los colegios concertados por parte del Govern en infinidad de aspectos, tal y como denuncian reiteradamente diferentes sindicatos educativos.

Estamos ante un proceso premeditado y muy bien calculado de demolición del sistema concertado de educación. Un proceso de demolición por asfixia, poco a poco, a fuego lento, de forma imperceptible para evitar una reacción sonora en su contra. No lo hacen a cara descubierta como en Valencia, sino que lo hacen de forma sibilina y astuta.

Alguien podría pensar que esto es una percepción interesada, sin embargo, es la misma percepción expresada por un docente de una escuela concertada el pasado día 16 de junio en el debate entre los candidatos al Senado en el Círculo Artístico. Este joven docente expresó también su preocupación por el odio y rencor que se había despertado contra las escuelas concertadas.

Un rencor y odio que quedó fuera de toda duda cuando la propia candidata de Units Podem Més, Marga Benejam, encendió todas las alarmas al defender la eliminación de la escuela concertada y la imposición de un único modelo educativo, el público, laico y, eso sí, de calidad. Tampoco tranquilizó a nadie el candidato al Senado del PSOE, Miquel Company, cuando calificó la escuela concertada como un mal menor, al que hay que soportar porque no hay más remedio, pero que en la medida que se pueda se debe ir suprimiendo.

Ambas intervenciones suponen un ataque frontal a la libertad educativa proclamada en la Constitución y un mazazo a la libertad que deben tener todos los padres a poder elegir la educación que prefieren para sus hijos en igualdad de condiciones. La escuela concertada no puede ser subsidiaria de la pública, sino que, en todo caso, debe ser complementaria, de forma que su existencia es imprescindible para garantizar el principio constitucional de libertad educativa.

La izquierda, en su afán por imponer su modelo educativo exclusivo y excluyente a todos, quiere dejar morir por inanición a la escuela concertada. La escuela concertada es un modelo de éxito cuya plaza escolar cuesta a las arcas públicas la mitad de lo que cuesta una plaza en un colegio público y supone, además, una garantía de pluralidad e independencia, precisamente todo lo contrario de lo que pretenden los nuevos inquisidores que solo quieren un modelo único para todos y un sistema dependiente de los poderes públicos.

Vienen curvas para los colegios concertados, ayer fue La Salle de Mahón, hoy es Xipell y mañana puede ser cualquier otra escuela. La izquierda ha salido de caza y van a por todas.