No hi ha temps que no torn

Escribo poco, al menos por aquí. Seguro que es la pereza de prepararlo todo para acceder a este medio. Con el cuaderno de notas me entiendo mejor. Ahí es más fácil. Pero el cuaderno de notas solo lo leo yo y algunas veces quieres escribir algo para que otros lo puedan leer. Para eso, esta vía va muy bien.

Hoy, al leer cierta noticia en prensa, me ha venido a la memoria los pocos años que pasé en la "escuela" de mi pueblo, perdida en la Serranía de Cuenca. Escuela, la de niños, justo enfrente de la de las niñas. Con maestro, "com Deu mana"; las niñas tenía maestra, claro está. Pues eso, me he acordado de la escuela, a la que fui poco más de tres años y me ha venido a la mente la hora del recreo y del desayuno.

Si mal no recuerdo comenzábamos las clases a las nueve de la mañana. A las 10,30 había el recreo y tocaba el desayuno. En la clase de las chicas, que había estufa preparada al efecto, se calentaba el agua para la leche. La leche en polvo, esa que nos enviaban los americanos. Fuera como fuese, a las diez y media teníamos la leche preparada. Te ponías a la cola con tu taza y al final, con un cazo, te la llenaban de leche. De casa tenías que traer la cuchara y lo que quisieras mezclar con la leche ( azúcar o cola-cao ). El Estado cuidaba de que pudiéramos tener un vaso de leche una vez al día, eso sí, de lunes a viernes.

Ya ven, leyendo las noticias de hoy, parece como si no hubiera pasado el tiempo. Como si de los años sesenta se tratara.