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Coyer: La nobleza comerciante (1781)

Hay un libro del siglo XVIII no publicado en Mallorca, pero que está relacionado con la isla. Tiene una vertiente importante política por lo que conviene adscribirlo a su momento.

La sociedad española en general era estamentaria. La Nobleza, basada principalmente en la propiedad de la tierra, cumplía unos parámetros de costumbres y tradiciones fuertemente arraigados entre ellos. Para un noble el trabajo era una actitud servil contraria a su posición. Las únicas profesiones a las que por su categoría podían acceder eran el ejército, la jurisprudencia y el clero. Las demás profesiones eran indignas para su estado y se consideraban serviles.

Felipe V, siguiendo el ejemplo de su abuelo Luis XII, intentó que el comercio no se considerase servil y fuera una actividad a la que la nobleza accediera y aportase sus capitales. Esta era la idea básica que Felipe V y sus sucesores iintentaban inculcar.

En 1756, en París, salió publicado el libro La Noblesse Commerqante & Militaire avec des reflexions sur le Commerce, curiosamente, el pie de imprenta indicaba equivocadamente que había sido impreso en Mahón. Su autor era Gabriel-François Coyer (1707-1782), jesuíta francés, ilustrado, miembro de la Royal Society de Londres, apoyado por Voltaire.

Años después, al final de la década de los setenta, cuando bajo los auspicios del rey Carlos III se crea en Palma la Sociedad de Amigos del País, estaba destinado en Palma como oidor en la Real Audiencia de Mallorca, el Dr. Don Jacobo-María de Espinosa y Cantabrana, quien se dedicó a traducir al castellano el libro de Coyer. Se publicó en 1781 con el título La nobleza comerciante. Traducción del tratado que escribió en francés el Abate Coyer, hecha para la utilidad de la Real Sociedad Económica de los Amigos del País de Mallorca, con un discurso preliminar y varias notas. Presenta un grabado, una dedicatoria y una carta anteriores al cuerpo de la obra.

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La Dedicatoria comienza así:

Excmo. Señor
Ofrezco á V. E. estos pensamientos sublimes del Abate Coyer, que he traducido á nuestro idioma , creyéndolos ventajosos á la Nacion , cuyos adelantamientos y felicidades estamos obligados á promover quantos nos hallamos constituidos en ministerio público por todos los medios que sean más eficaces á imprimir entre las gentes las ideas de su prosperidady opulencia.
Ninguna mayor que la del Comercio, y que en ella entre la Nobleza sin la repugnancia, que hasta el día la ha retrahido de tan útil, honesta, y apreciable ocupación por un efecto de cierto resabio romancesco , heredado de padres á hijos , sin mas principio que su misma antigüedad.
El Abate Coyer se atreve con indecible valentía á batir las cataratas, que estorban á los Nobles examinar de cerca la gran pérdida que les ocasionaba su arraigada preocupación, y con un claro y perceptible discernimiento descubre la gran perspectiva , que el vasto campo de la negociación ofrece á la Nobleza , para que á sus timbres añada el poder y engrandecimiento, el luxó, la comodidad, y quanto da de sí el inmenso piélago de las riquezas , que atrae el tráfico de mar y tierra
." [...]

A la Dedicatoria le sigue una Carta. Lleva el siguiente título: "Carta, Que el Dr. D. Bernardo Contestí y Bennasar escribe al Traductor , respondiendo á otra , en que este le pedia le manifestase el juicio que habia formado de la obra original , y del pensamiento de traducirla".

Pero, para hablar de la carta, del grabado y del libro, cedo la palabra a Pedro de Montaner, (ficha en Dialnet), investigador de estos siglos, que en el 2006 publicó en "Historia de las Islas Baleares" varios capítulos. Del tomo 12, "La Edad Moderna. Mallorca e Ibiza bajo los Borbones", de su capítulo 1, tomo los siguientes párrafos:

Como muchos otros ilustrados, el referido Dr. Berní opinaba que "la antigua Nobleza no puede desdeñar a la Moderna", y denunciaba que "suele olvidarse de que cada uno es hijo de sus obras y que el nacimiento nadie lo elige". Esto no era nuevo, pues ya se insistía en ello en el siglo XVI. No obstante, había una diferencia: en tiempos anteriores, el honor "adquirido" era esencialmente el del guerrero ejemplar, miles gloriosus. Ahora, el ejercicio del comercio era contemplado como un servicio tan beneficioso para la monarquía y la sociedad entera que constituía un verdadero mérito. Son los momentos en que el abogado mallorquín Dr. Don Bernat Contestí i Bennásser (1742-1811), destacado miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Mallorca y uno de los responsables de la redacción de los estatutos del Real Colegio de Abogados de Palma en 1779, publicaba diversas Memorias sobre "mejoras" de la agricultura, ganadería, manufacturas de seda, etc. De especial interés resulta su Carta que, en 1781, se editó a manera de prólogo en la traducción castellana que el Dr. Don Jacobo-María de Espinosa y Cantabrana, estando destinado como oidor en la Real Audiencia de Mallorca, hizo del tratado del abate Coyer La Noblesse Commerqante & Militaire avec des reflexions sur le Commerce publicado en 1756 en París (pero, significativamente, el pie de imprenta dice Mahón) y en Londres (aunque en realidad lo fue en París). Esta traducción fue impresa "para la utilidad de la Real Sociedad Económica de los Amigos del País de Mallorca" bajo el título La nobleza comerciante, e inmediatamente fue considerada como "libro de texto" por la misma Real Sociedad.

En la introducción a dicha obra, el Dr. Espinosa recordaba que la célebre "opulencia" de la Mallorca medieval se debió al comercio, en cuyo tiempo "apenas había caballero que no tuviese navio o galera", aportaba el ejemplo de un miembro de la familia Quint que llegó a llenar una nave "de tapicerías fabricadas en el país", y que el renombre de la escuela cartográfica mallorquína estaba evidentemente relacionado con los conocimientos de náutica adquiridos mediante el tráfico mercantil. Y seguía explicando que, desafortunadamente, el comercio mallorquín había ido decayendo al tiempo que lo hacía la propia Monarquía, léase la Casa de Austria. Reconocía la oportunidad de aquella Real Cédula de 1682 por la que Carlos II había declarado que la explotación de fábricas no perjudicaba conceptualmente a la Nobleza. Pero Espinosa observaba que, en efecto, se refería solamente a las fábricas y no al libre ejercicio del comercio. Resultaba concluir que, sin éste, difícilmente podían mantenerse aquéllas.

Tras el fallecimiento de Carlos II, y siempre en palabras del Dr. Espinosa, "sube la augusta Casa de Borbón al Trono de España, y como si entonces amaneciese la luz y un nuevo sol sobre nuestro hemisferio [etc.], muda el semblante de las cosas y se trata con aprecio el Comercio". No en vano, la lámina que acompaña al texto de la Nobleza Comerciante muestra a un noble que "cansado de vivir en el infortunio e inutilidad, enseña sus Títulos de Nobleza [...] que hacen presente su nacimiento, de que no ha sacado ningún fruto", encontrándose retratado junto a un barco que alude a la fortuna que puede conseguir dedicándose al comercio. A todas luces, Carlos III había asumido abiertamente la labor de "perfeccionamiento" del proceso iniciado por Felipe V.

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En su Carta, el Dr. Contestí recuerda lo mucho que ha tratado al Dr. Espinosa, cómo es testigo directo del trabajo que invirtió en la traducción del libro de Coyer; y cómo, entre otros méritos que contrajo en Mallorca, se contaban la creación de la Escuela de Dibujo, la nueva planta de la Casa de la Galera, y la publicación de "papeles periódicos" que incidían en el "adelantamiento" de artes y oficios en la isla. Al mismo tiempo, el Dr. Contestí se refería a un "anónimo reformador" que aducía que la dedicación al comercio por porte de los nobles perjudicaría gravemente a los ejércitos, ya que muchos optarían por no dedicarse a la carrera militar. En consecuencia, peligraría la defensa del Estado. En cambio, para Contestí era una realidad tangible que no todos los nobles e hidalgos podían dedicarse a la carrera de las armas, ni a la jurisprudencia, otra carrera "permitida" por la aristocracia. Y que, precisamente, eso se solucionaría si comerciasen los segundones, normalmente destinados a una soltería gris e ineficaz. Ello les permitiría casarse, vivir holgadamente, y pagar después los correspondientes estudios a sus hijos. Hay que advertir que, de todas formas, la repulsa que en determinados sectores suscitó la obra de Coyer no fue exclusiva de España, ya que también produjo críticas en este mismo sentido en Inglaterra y Francia.

En cualquier caso, y coincidiendo con la publicación del libro, los jesuítas decidieron admitir a hijos de comerciantes en sus Seminarios de Nobles. No en vano, el autor del discutido libro era un jesuíta francés: Gabriel-François Coyer (1707-1782). Había destacado como tutor del príncipe deTurenne (1741 sq), y era un distinguido miembro de la Académie de Nancy que había sido creada como Société des Sciences, Lettres et Arts en 1750 por Estanislao I Lesczczynski en calidad de duque de Lorena, un personaje muy decidido promotor de escuelas, hospitales, bibliotecas públicas, instituciones de ayuda a necesitados, etc., y él mismo filósofo defensor de la tolerancia política y religiosa. Además, Coyer era miembro de la Royal Society de Londres, para cuyo ingreso en ella contó con la expresa recomendación de Voltaire en 1765, con quien mantenía habituales relaciones intelectuales. Autor de diversas obras sobre historia y viajes, Coyer llegará a publicar un Plan d'education publique en 1770.

Título: La nobleza comerciante. Traducción del tratado que escribió en francés el Abate Coyer, hecha para la utilidad de la Real Sociedad Económica de los Amigos del País de Mallorca, con un discurso preliminar y varias notas
Autor: Gabriel François Coyer
Editor por D. Joachín Ibarra, 1781
Procedencia del original: Universidad Complutense de Madrid
Digitalizado 16 Ene 2009
N.º de páginas: 216 páginas
Enlace: Google Books


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