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La bandera de la modernidad y el progreso

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La absurda polémica surgida alrededor de la reforma de la carretera general ha puesto en evidencia, una vez más, el modus operandi de una izquierda que sigue insistiendo en sus errores pasados y persiste en querer convertir Menorca en un solar seco e inerte.

La táctica de siempre es calentar la calle, cartelitos pegados en ventanas y coches, camisetas del color apropiado para la ocasión, pancartas, pitos y gritos. Nada nuevo bajo el sol. Es la izquierda en estado puro.

No contentos con la pesada losa de sus doce años consecutivos de gobierno en el Consell de Menorca (1995-2007), ahora siguen desde la oposición negándose a todo lo que suene a progreso, a todo lo que pueda significar, en este caso, mejorar la red viaria y hacerla más segura y fluida. Es el tradicional no a todo que siempre ha caracterizado a nuestra izquierda local.

Han puesto toda la carne en el asador en su intento por desprestigiar el proyecto de la carretera y desgastar así la gestión del Partido Popular al frente del Consell insular. Una cuidada puesta en escena que no ha reparado en si, con ello, se perjudicaba la imagen de la isla, como ya se ha visto en sus viajes a Barcelona. Se ha hilvanado un discurso exagerado, falto de rigor y demagogo que, según mi modo de entender, ha restado credibilidad a los colectivos inmovilistas que lo han promovido.

No hay argumentos de peso para oponerse a la reforma de la carretera general, y menos cuando estos mismos, que ahora se quejan, bendijeron el scalextric del desvío de Ferreries, con la mayor rotonda de la isla, una rotonda de doble nivel, puentes varios y un túnel. Es evidente que la carretera general es sólo una excusa para hacer batalla política. Estoy seguro que si no hubiese sido la carretera, habría sido otra cosa. De algo se tenían que quejar aquellos que sólo se manifiestan cuando gobierna el PP.

Sin embargo, contrariamente a lo que pretendían la carretera general, desde mi punto de vista, se ha convertido en la bandera del progreso, en la bandera de la Menorca que no quiere seguir subyugada a los dictados de una izquierda involucionista y reaccionaria. La carretera general se ha situado como el símbolo de los que ya se han hartado de las payasadas de la izquierda y ya han dicho basta a las imposiciones, gobiernen los suyos o no, de determinados grupúsculos radicales.

Esta campaña zafia y, en algunos momentos, maleducada, habrá servido para que los ciudadanos tengan muy claras las posiciones de cada uno. En las próximas elecciones, los ciudadanos de Menorca podrán elegir entre dos modelos claramente diferenciados: el de los que queremos una Menorca de progreso, que siga generando riqueza, moderna e innovadora y los que quieren involucionar hacia una Menorca sin futuro, del no a todo, de la decadencia, el paro y la miseria. Desgraciadamente, la izquierda, en sus distintas tonalidades, ha decidido apostar por la segunda opción.

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