Incoación del expediente de declaración del Firó de Sóller Fiesta de Interés Cultural
BOIB núm 032
Fecha publicación: 05/03/2015
Memoria histórica
Los ataques corsarios a las poblaciones costeras de Mallorca eran frecuentes en el siglo xvi y Sóller, que entonces era una ciudad rica, no se salvó de ellos. En 1561 desembarcaron en las costas de Sóller 23 naves musulmanas y unos 1.700 corsarios, que mandaba Uludj'Alí este corsario es descrito por Miguel de Cervantes en el capítulo XL del Quijote. De esta incursión corsaria destacan, por un lado, el hecho de que los sollerenses, bajo el mando de Juan Angelats, rechazaron la incursión y, por otro, las hoy llamadas Valentes Dones de Can Tamany las hermanas Catalina y Francisca Casasnovas, que mataron a un moro con la barra de cerrar la puerta y luego cerraron la puerta con la misma barra.
La victoria ya se celebró, de alguna manera, al año siguiente, pero la fiesta no fue considerada de guardar hasta mediados del siglo XVII. En el año 1615, el Consejo de la ciudad se reunió para convenir la necesidad de rememorar más solemnemente los acontecimientos del 11 de mayo para mantenerlos en la memoria colectiva, pero no fue hasta mediados del siglo xix, en que se empezó a celebrar la feria, cuando tiene lugar el simulacro del desembarco.
Antiguamente, la jornada se conmemoraba con una procesión que iba de la iglesia al Hospital durante la vigilia del 11 de mayo, sin embargo, desde 1855, se celebra el día posterior a la feria del segundo domingo de mayo, que nació precisamente para que esta conmemoración luciera con más solemnidad, ya que la procesión con la imagen de la Virgen, de la Barra de Can Tamany, de niños vestidos de turcos, de dos niñas que representan a las Valentes Dones y de un joven que representa al capitán Angelats, además de las autoridades correspondientes, con el carácter romántico que adopta, quiere ensalzar los valores y los sentimientos del pueblo de Sóller.
El simulacro de desembarco, que precisamente tiene lugar por primera vez en 1855, ha sido suprimido varias veces a lo largo de la historia por la crisis de los naranjos, por las epidemias de cólera del s. XIX, por la guerra de Cuba o por la Guerra Civil, entre otros, pero constituye el punto álgido de la fiesta y el motivo por el cual el Firó de Sóller recibía y recibe numeroso público foráneo para que disfrute de la fiesta.
Durante la posguerra, esta celebración, como muchas otras, entró en una fase de decadencia y no fue hasta la década de los años setenta del siglo XX cuando se empezó a recuperar, con la participación de chicas vestidas de payesas. Asimismo, no fue hasta la década de los años noventa que el Firó recibió un fuerte impulso con la creación del Col·lectiu de Moros 11 de maig, el Col·lectiu de Pagesos Sant Ponç 1561 y el Col·lectiu de Pageses, se constituyen estatutariamente y, para organizar el Firó, trabajan con el Ayuntamiento, con el que conforman la Coordinadora 11 de Maig.
Descripción
El Firó de Sóller es la fiesta que recuerda la victoria del pueblo sollerense frente al ataque corsario turcoalgeriano que tuvo lugar el 11 de mayo de 1561.
Actualmente, esta celebración, alrededor de la cual se llevan a cabo diferentes actividades socioculturales, incluye diversos actos, que son los que se describen a continuación:
- Investidura de las Valentes Dones
- Procesión solemne por la que se traslada a la Virgen de la Victoria a la parroquia de San Bartolomé. Al final, se realiza una ofrenda de flores a la Virgen
- Ofrenda de coronas en el monumento erigido a los héroes del 11 de mayo y misa con la asistencia de una representación de los personajes históricos
- Representación de los hechos históricos: toque de campanas para avisar que se han divisado naves enemigas; parlamento del capitán Angelats por el que se encomienda a la Virgen de la Victoria y anima a los agricultores a la lucha; intento de desembarco de las tropas sarracenas, que son rechazadas por los sollerenses; desembarco de los sarracenos; nuevo enfrentamiento; saqueo de la villa y batalla final, que ganan los sollerenses, bajo el mando del capitán Angelats, el cual proclama la victoria y la agradece a la Virgen de la Victoria
- Traslado de la Virgen de la Victoria a la iglesia del Hospital
Justificación
La celebración del Firó de Sóller ha llegado hasta nuestros días gracias a la constancia de la gente de Sóller, que la ha mantenido a lo largo de la historia y que la ha querido dar a conocer más allá del valle donde se ubica. Los hechos del 11 de mayo de 1561 son conocidos por todos los sollerenses, los cuales, además de transmitir la historia, han convertido en héroes las personas que la vivieron. Son ejemplo de ello y así lo recordó Miquel Ferrà en el pregón de las ferias de 1988 Catalina y Francisca Casasnovas: «Por eso mismo, las Valentes Dones son, ahora más que nunca, el espíritu mismo de Sóller, el amor hacia una patria más auténtica que empieza por nuestro propio hogar, por la sangre de nuestros antepasados, por las piedras venerables que nos cobijan, por el huerto fértil que provee nuestras despensas, por la lengua que hablamos desde la más tierna infancia, por la comunidad más íntima que nos rodea. Podríamos añadir que aquella gloriosa proeza con nombre propio femenino no fue un hecho aislado en aquel mundo de piratas y corsarios.»
Es, por tanto, en el imaginario colectivo de los sollerenses que las personas que vivieron la jornada del 11 de mayo de 1561 se han convertido en héroes y esta transformación es una muestra más de su pertenencia a la cultura popular. Los sollerenses han sido capaces, y lo son, de revivir cada año su historia para mantenerla viva, para darla a conocer y porque con el hecho de revivir este fragmento de su historia profundizan en su identidad como pueblo y la refuerzan frente a la de los otros pueblos. El archiduque Luis Salvador, en Die Balearen, recoge esta fiesta y dice precisamente que es «para conmemorar una gesta heroica».
Debemos valorar, también, la pervivencia de la historia en la toponimia sollerense, en la que podemos encontrar la calle de Tamany, del Capitán Angelats, del Virrey Rocafull, del Padre Baró, de la Victoria del 11 de Mayo o de Catalina y Francisca Casasnovas, entre otros. Además, tampoco podemos dejar de lado que la historia también pervive a través de la literatura, en himnos que se han dedicado al Firó o en la obra de teatro Joan Angelats, entre otros.
Por otra parte, esta celebración del Firó, que se ha visto alterada por las diferentes vicisitudes históricas en que se ha tenido que insertar a lo largo de la historia, se ha sabido adaptar muy bien a las circunstancias que le han tocado vivir. Por ello, el pueblo de Sóller ha celebrado la fiesta y la ha vivido según la realidad del momento, lo que también justifica que durante algunos años no se haya celebrado incluso porque no había presupuesto, o que se ha adaptado a las necesidades del momento y no se haya producido el simulacro de desembarco.
Es evidente que la celebración se ha adaptado a los nuevos tiempos y que la organización en colectivos es indicativa del sentimiento de pertenencia a un lugar, por lo tanto, también es ejemplo claro del sentido de identidad que provoca en los sollerenses, un sentimiento que es compartido por todos los miembros de la comunidad, porque el Firó de Sóller es una parte de la expresión máxima de la identidad sollerense y de su singularidad como pueblo. También lo recordó en su momento Miquel Bota Totxo durante el pregón de las ferias de 1977 cuando dice que [...] «La conmemoración del triunfo, dentro de los actos de las ferias anuales, tiene un sentido de hermandad inconmensurable, porque es motivo íntimamente arraigado en las profundidades del alma, por el hecho de reunir familias y amistades alrededor del recuerdo de una gesta histórica.»
Finalmente, hay que tener en cuenta la solicitud del Ayuntamiento de Sóller, en la que expone que la fiesta es «un refuerzo identitario de todos los sollerenses, como pueblo orgulloso de su propia historia».
De acuerdo con todo lo expuesto, el Firó de Sóller reúne las características a que se refiere la UNESCO en su Declaración de 17 de octubre de 2003, «Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial», en cuyo artículo 2 define el patrimonio cultural inmaterial como el «que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentido de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana».
Con el fin de salvaguardar la fiesta, y tal como establece la declaración de la UNESCO, deberá potenciarse su estudio, su documentación y su registro. Deberán potenciarse las condiciones para que la fiesta se mantenga viva, de acuerdo con lo que establezca la colectividad que la protagoniza y le da sentido. La tarea de protección y de salvaguardia se dirigirá fundamentalmente hacia la divulgación y la revalorización de todos los elementos, las funciones y los significantes que forman parte de ella, y de sus valores patrimoniales, para que la comunidad se identifique con la fiesta y sus valores, y, por tanto, garantice su continuidad.