En IU se está produciendo una renovación generacional y de la práctica política.
Es una renovación que no significa giro estratégico alguno. Al contrario: significa adentrarse de una vez por todas en las sendas marcadas por la IX y la X Asamblea federal: refundación, convergencia política y social y radicalidad democrática
Dicho de otra manera, la renovación de IU no debe inquietar a nadie porque significa acabar con la falta de empuje que hemos tenido para llevar a cabo nuestras propias políticas, probablemente por miedo a generar tensiones internas o a alterar las buenas expectativas electorales que nos acompañaban en los últimos años
Los resultados de las europeas y las encuestas posteriores han puesto en evidencia que este exceso de prudencia nos estaba metiendo en una vía muerta y por eso, de forma muy mayoritaria y manteniéndonos firmes en la defensa de nuestros valores y nuestro programa, estamos haciendo primarias en todo el Estado y apoyando candidaturas de unidad popular… Y, por eso también, Cayo Lara tuvo el encomiable gesto de no presentarse a las primarias para la Presidencia del Gobierno y facilitar el paso que finalmente ha dado Alberto Garzón.
La renovación de IU, en este sentido, es irreversible. Nada ni nadie va a parar este proceso de reencuentro con nosotros mismos y con la ciudadanía… y, por supuesto, tampoco el pequeño grupo de personas que aún controla la dirección de Madrid.
Este grupo, descabezado y francamente minoritario (como demostraron las primarias celebradas en aquella comunidad), no se caracteriza únicamente por representar a los sectores más conservadores de IU-CM, cosa que sería perfectamente respetable: se caracteriza por tirar con bala contra sus adversarios internos (incluyendo al propio Garzón), por oponerse a los procesos de convergencia que constituyen un eje central de nuestra estrategia política y, lo que resulta totalmente inadmisible, por negarse a acatar los acuerdos federales que exigen la asunción de responsabilidades políticas en el caso Bankia.
Esta última cuestión es una línea roja que no se puede tolerar y que IU no había conocido nunca en sus 28 años de existencia. Estamos a las puertas de cuatro o cinco procesos electorales y no podemos esperar a que las cosas se resuelvan por sí solas en una futura Asamblea de IU Madrid: Cayo Lara, junto con el resto de la dirección federal, tenemos la obligación de salvar a IU del desprestigio externo y del desgarro interno con el que la cúpula de Madrid nos amenaza