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ANGUITA, ANDALUCIA, EXTREMADURA Y MAS

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Según el "Manifiesto por una Democracia Soberana",  publicado hace pocos días, IU necesita hacer tres cosas para tener autoridad moral  y afrontar los procesos de convergencia: renovar las  direcciones a todos los niveles "y al ritmo conveniente"; "marcar con más claridad" nuestra condición de oposición en Extremadura y salir del gobierno de la Junta de Andalucía.

Desde el máximo respeto a tod@s l@s firmantes, daré por buena la primera propuesta, plantearé la inconsistencia de la segunda y de la tercera y pondré sobre la mesa otras cuestiones que me parecen mucho más relevantes para la credibilidad de IU.

IU de Extremadura no puede marcar con más claridad "su condición de oposición", sencillamente porque no está en la oposición. Si así fuera, el gobierno extremeño del PP no hubiera aprobado sus presupuestos anuales sobre la base de nuestra abstención y tampoco hubiera durado cuatro años. Lo que hay en Extremadura es un pacto tácito de legislatura que se materializa en los acuerdos necesarios para mantener al PP en el Gobierno y que se condimenta con desacuerdos puntuales que, sin cuestionar el pacto tácito global, sirven básicamente para camuflarlo. IU de Extremadura, por tanto,  no está a tiempo de marcar un papel de oposición que nunca ha jugado realmente y se ha embarcado en un pacto que muchos no hemos entendido por una sencilla razón: porque IU-Extremadura no ha podido explicar en qué sus acuerdos con el PP han derivado en unas medidas de gobierno  más cercanas  a las deseadas por IU que la que  hubieran podido resultar de un acuerdo con la otra fuerza política presente en el Parlamento extremeño.

En cuanto a la tercera propuesta, el Manifiesto apuesta por abandonar el gobierno de la Junta de Andalucía  porque participar en él desmiente nuestras críticas al bipartidismo (no se aporta otra razón). Es un argumento respetable, aunque yo no lo comparta en estos términos, pero, por vueltas que le doy, no llego a entender por qué se utiliza en la Junta de Andalucía y no se utiliza en el caso de los cientos de Ayuntamientos en los que también gobernamos con el PSOE.

Se me dirá, quizás, que las escasas competencias municipales facilitan llegar a acuerdos con una fuerza de la que disentimos, sobre todo, en temas más estratégicos y que no se dirimen en el ámbito municipal. Pero si éste fuera el argumento, tendríamos que convenir que, en realidad, es también aplicable a las Comunidades Autónomas. Que yo sepa, las autonomías son tan poco competentes como los Ayuntamientos en legislación laboral,  legislación básica general sobre educación y salud, el núcleo duro de la política financiera y tributaria, en pensiones y en los otros grandes canales por los que penetra el grueso de las políticas neoliberales.

Hechas estas precisiones, y como yo también pienso que IU necesita incrementar su caudal de credibilidad, paso a exponer de dónde, en mi humilde opinión, la tenemos que sacar.

En medio de un sufrimiento social enorme, con un descrédito muy importante de la vieja política, el hueco para generar confianza es aparecer como:

Primero, una fuerza con soluciones reales y practicables a los problemas concretos de la gente

Segundo, una fuerza sincera, que no promete cosas que no puede cumplir, que dice a menudo "haremos todo lo que esté en nuestras manos para" y capaz de decir incluso aquello que es difícil decir

Tercero, una fuerza honesta, que explica con claridad lo que quiere hacer y cómo lo hará… Y que no hará otra cosa cuando esté en el gobierno

Y, cuarto y lo más importante, una fuerza centrada en eso: en lo que hay que hacer, capaz de cerrar acuerdos si éstos permiten avanzar en la línea prometida y que no los cerrará si significan avanzar voluntariamente en sentido contrario.

Si alguien piensa que todo esto es una ristra de chorradas sin verdadero contenido político,  me permitirá que le replique que está instalado en la vieja política.

La nueva política, la que la gente reclama y necesita, no es sólo, en mi opinión, usar las redes sociales, votar por internet, poner a gente joven en las candidaturas  o hacer primarias abiertas; la nueva política es que los partidos dejen de parecer jinetes compitiendo en un hipódromo ante la mirada lejana de la gente (pendientes, básicamente, de pensar lo que tienen que hacer para  sacarle dos metros de ventaja al vecino)  y  convertirse en meros instrumentos de los sectores sociales a los que quieren representar: permeables, cercanos y, sobre todo, muy muy pegados a sus problemas concretos. Hagamos  nuestros programas exclusivamente pensando en estos problemas y hagamos nuestros pactos exclusivamente en función de la mejor manera de poner en práctica la mayor parte de nuestros programas… y estoy seguro de que nos irá muy bien


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