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Hacia la urbanización de la costa mallorquina: El Terreno, Ciudad Jardín

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Las poblaciones es la isla se situaron a varios kilómetros de la costa; las pocas situadas junto al mar fueron fortificadas como Palma y Alcudia. El peligro - piratas, corsarios - llegaban por mar, por lo que siempre convenía estar prevenido. Sobre las montañas cercanas al mar se crearon atalayas, torres de observación con vigilantes que alertaban del acercamiento de navíos. En 1830 Francia conquista Argelia, foco de la piratería en el Mediterráneo Oriental y los peligros desaparecieron. La costa, inhabitada, de tierras menos fértiles que el interior podría ser habitada.

Fue un proceso lento. Hacia 1860 se realiza el saneamiento de la albufera de Alcudia, pero también se produce otro acontecimiento que afectará a las costas de Mallorca. Una ley de 1868, durante el reinado de Isabel II proporciona unas ayudas para la creación de unas colonias agrícolas. Las ayudas están relacionadas con la distancia a las poblaciones cercanas, a mayor distancia, más ayuda económica. Entre 1874 y 1891 fueron aprobadas en Mallorca nueve colonias. Una de ellas, la Colonia de Gatamoix, fue solicitada en 1876 por la compañía inglesa que trabajaba en la albufera de Alcudia y funcionó hasta 1897, cuando ya era propietario Juaquín Gual de Torrella. Creo que de ella no queda nada.

La ley de las colonias agrícolas exigía que se creara una población nueva con un mínimo de habitantes; según fuera la cantidad de estos variaban las ayudas que recibían. Otra colonia fue la del Carmen, en Manacor, Fundada en 1888, es la actual Portocristo. En Felanitx, la Colonia de Can Alou y Plà de la Sinia, de 1877, se integró en Portocolom. En Ses Salines, en 1886, el marqués de Palmer, Jordi Descatllar, funda la Colonia de Sant Jordi.

En la Bahía de Alcudia, los hermanos Mateu y Andreu Homar, de Alaró fundan en 1880 la Colonia de Sant Pere de Artà; en ella se establecieron 108 familias de distintas procedencias.

"En el siglo XIX había dos barracas de marineros, una de las cuales pertenecía a Jeroni Fuster - Picafort - del cual tomó nombre el núcleo. En 1890, el médico de Santa Margalida, Joan Garau, adquirió la finca donde se encontraba la barraca de Jeroni Fuster y construyó la primera casa veraniega. Posteriormente se estableció la familia Mandilego. Entre 1908 y 1909 se produjo la primera concentración relevante de habitajes" (Traducción muy libre de la voz Can Picafort del tomo XIII de la Gran Enciclopedia de Mallorca)

Los primeros baños de mar se hicieron por prescripción médica. La reina Isabel II, en 1845 tuvo una afección en la piel y le recomendaron baños de mar. Por ello empezaron las estancias reales en San Sebastián.

Hacia final del siglo XIX y comienzos del XX comenzó la costumbre de pasar las vacaciones veraniegas cercade la costa. Al principio lo hicieron pocas familias, A ellos se añadieron grupos de turistas que, muchas veces en casas de alquiler, pasaban temporadas largas, no sólo veraniegas, cerca de la costa mallorquina. Este fenómeno, llamado posteriomente como "turismo residente" fue advertido por los mallorquines y tras la Primera Guerra Europea comenzará la ocupación de la costa, alumbrada primero por algunos hoteles como el Príncipe Alfonso en Cala Mayor, el Victoria o el Mediterráneo, cerca de Palma o, ya en 1929, el Formentor, cuando aún no había carretera que llegara hasta él.

Pero la creación de Colonias en el siglo XIX tenían finalidad agrícola, muy distinta a la que tuvo pocas décadas después el turismo residente y éste era diferente al turista de hotel. Con finalidades distintas coadyuvan en un mismo fenómeno: la población de la costa.

No he encontrado ningún texto que trate desde un punto de vista general a la isla este fenómeno llamado la "urbanización del litoral". Informaciones puntuales de carácter local indican fechas de creación de algunas localidades costeras.

En 1916, Gaspar Bennázar presenta en el proyecto "Plan General de Reforma de Palma" la creación de Ciudad Jardín en el Coll den Rabassa, una urbanización pensada para el turismo, dotada de hoteles y viviendas para residentes. También entra en este Plan la urbanización del Terreno, donde había algunas casas pequeñas, segundas residencias de empresarios residentes en Palma(ver: Fotos antiguas de Mallorca: Historia de "El Terreno"). En los años siguientes, en la década de los veinte, el Terreno se convertirá en un área de desarrollo turístico con hoteles y chalets junto al mar. Esta área se extenderá hacia Portopí.

Terreno
El Terreno, años 20. Hoteles Victoria (deredcha) y Mediterráneo (en construcción)

Con la llegada del nuevo siglo, las autoridades locales empezaron a tomar conciencia de la necesidad de acondicionar el territorio para fines turísticos. A estos efectos Gaspar Bennazar, uno de los arquitectos más conocidos de la época, redactó en 1916 el Plan general de reforma de Palma conocido popularmente como Plan Bennazar. Este plan pretendía entre otras cosas unir la ciudad de Palma con la que fuese una de las primeras zonas turístico-residenciales de Mallorca, El Terreno. Este emplazamiento nacía así como una prolongación estival de la vida ciudadana de las clases mas holgadas de la ciudad y sólo algunos extranjeros disfrutaban de estancias más o menos largas en la Isla. El plan Bennazar no llegó a realizarse enteramente aunque algunas de sus propuestas fueron recogidas en actuaciones posteriores. Entre ellas cabe destacar el proyecto de ciudad jardín de Palma considerado uno de los primeros ejemplos de balneario junto a un complejo turístico-residencial.

Por lo que respecta al resto de la Isla, no fue hasta la decada de 1930, con la constatación del turismo como una actividad económica incipiente y la mejora de los transportes de pasajeros por vía marítima y aérea con Barcelona, que empezaron a aparecer las primeras urbanizaciones turístico residenciales. Estas eran enclaves concretos de la costa mallorquína, ya fuese alrededor de pequeños puertos solo utilizados por pescadores, ya fuesen núcleos de nueva planta ubicados en espacios, hasta el momento, vírgenes. En tales momentos, como vemos en el presente texto, era impensable que se llegara a los extremos actuales:

«Estos enclaves turísticos no se vieron sometidos en los primeros años al creciente proceso de especulación del suelo, ya que no se veía en ellos una inversión destinada a obtener sustanciosos beneficios. Más bien por el contrarío, sus solares, puestos a la venta para la construcción de segundas viviendas que iban a ser ocupadas preferentemente por turistas nacionales o extranjeros en los meses de verano, tuvieron en los años treinta una escasa demanda» (Seguí Aznar, 2001:50)

Joan Miralles Plantalamor: Impactos socioculturales del turismo residencial en España. (Análisis comparativo del fenómeno en las diferentes comunidades autónomas a partir del caso mallorquín). Tesis Doctoral Universidad de Alicante. 2004


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