El que alguns han dit de noltros, els menorquins (II)

com cada mes transcribim en aquest medi l'article mensual que publiquem en la revista insular "Útil"

 

A l’article del mes passat iniciàvem una sèrie del que havíem batejat com a “desfoment del turisme”. Acostumats a presumir de la nostre terra i vendre la amabilitat dels seus habitants, recuperem el que diferents visitants han dit en negatiu de nosaltres. Com ja indicàvem, l’objectiu no és altre que el de riure’ns de nosaltres mateixos a l’hora que dels que tan malament ens han vist.

En la primera part d’aquesta sèrie recollíem algunes de les perles que va dedicar als mallorquins George Sand, alsque va visitar juntament amb el seu amant el  compositor Fryderyk Chopin. Avui recollim algunes de les que ens dedicar als menorquins el que va ser governador anglès de Menorca George Armstrong; les trobem en el treball Historia Civil y Natural de la Isla de Menorca, impresa a Madrid a l’any 1781.

Un dels capítols del llibre porta per nom “Caracteres, usos y costumbres de los menorquines”.

Estos isleños que en otro tiempo eran famosos por su valor, y por su destreza en el uso de la honda, viven hoy en día en la más vergonzosa indolencia. Parece que han perdido el valor con la libertad y se muestran tan poco ansiosos de esta última, que no se ponen de ninguna manera en estado de recobrarla.

En el mateix capítol segueix dient:

Son naturalmente querellosos y vengativos. Traspasan su ira a sus descendientes y como es menester poco para encolorizarlos, sucede frecuentemente que estas enemistades subsisten entre las familias, hasta después que las disputes que las han ocasionado se han adormecido.

Viven tan recelosos los unos de los otros que no pueden imaginarse que un hombre aspire a un empleo sin llevar la mira de hacer daño a su vecino (...).

Armstrong en diferents moment aborda el tema de que la illa podria ser més rica de no ser per la incapacitat o falta de ganes dels menorquins per a treure-li el fruit.

Es constante, que este Pueblo  jamás será rico, mientras no sea industrioso. La mar les está abierta como a sus vecinos, quienes se enriquecen por el comercio. Sin embargo no hay ninguno que pueda habilitar sus bageles a tan baxo precio como estos perezosos Menorquines, que estando rodeados de tantos puertos, jamás han sabido aprovecharse de esta ventaja, y quieren más sacar de los estrangeros las cosas necesarias para la subsistencia.

Son naturalmente perezosos, con tal que puedan poner al abrigo de la pobreza a sus familias, y de los cuidados amargos que trae consigo; se cuidan poco de las artes y manufacturas que facilitan a sus vecinos tan rápidas fortunas.

(...) los menorquines, excepto las viñas, no saben podar los árboles y cuando se les pregunta la razón, responden con gravedad, que Dios sabe allá arriba más que nosotros.

Tot i així el treball de George Armstrong per molts és recordat per la part que s’emporten les dones d’es Mercadal, de les que ens en parla en el capítol Descripción topográphica de los términos de Mercadal y Ferrerias.

No puede verse los habitantes de esta Ciudad sin admirarse de las diferencias que los distingue de los demás habitantes de la Isla. Estos tienen alguna dureza y algo de horrible en su fisonomía: lo que se manifiesta principalmente en las mugeres y se atribuye generalmente esta deformidad a la mala calidad de las aguas.

Sembla mal de fer que algú pogués arribar al càrrec de governador amb un enteniment capaç de raonaments tan disparatats. Els anglesos no les devien trobar totes lletges a les nostres dones pel que ens diu més endavant, en tot cas per a acabar-ho d’espanyar del tot.

Quando algún niño tiene los ojos azules, o pardos y el pelo rubio como sucede alguna vez, el marido encoge los hombros sospechando infidelidad en su muger. A la verdad tienen una viveza y una voluntad que las inclina freqüentemente a mantener un comercio ilícito con los Oficiales Ingleses.