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La imagen de la fotografía no ofrece duda alguna: tiene que ser la imagen de Dios, aunque sea la del Dios local de Norfolk. Y es, ahora, un auténtico privilegio, porque, según los libros sagrados "nadie ha visto la cara de Dios". E incluso, según los teólogos, no la tiene.
Y atrás puede haber quedado y quizá derogado, lo que sobre ello dicen las escrituras:
«No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir.» Éxodo 33,20
«A Dios nadie le vio jamás.» Juan 1,18
¿Este Dios local es el Dios único y verdadero? He ahí un trabajo para los investigadores. ¿Es el Padre del Hijo? ¿Es sólo uno de los dioses de la historia de la humanidad? ¿Es un Dios hasta ahora nunca revelado? ¿Es el Dios Padre que procreó al Hijo con la chica María por la inseminación del Espíritu Santo sin intermediarios o por un acto delegado en el Arcángel Gabriel?
La manifestación de este rostro entre nubes del “cielo” o de “los cielos”, también así llamados en los escritos sacros, llevará a toda la "diosología" de las religiones a tener que someterse una revisión muy importante y trascendental.
Coda:
Las costumbres y leyes sociales del pueblo hebreo en aquellos tiempos, como aún lo son las de ciertas populosas comunidades extremadamente religiosas, diferían de las actuales. Ahora el embarazar a una menor no está muy bien visto, aunque sea por un pajarito volandero; y puede considerarse abuso de menores y hasta estupro.
Nota:
¿Que Dios sea un espíritu etéreo y por ello invisible, a pesar de la sapiencia teologal de los doctos eclesiásticos, parece que no es óbice para que tenga rostro. Juan sólo dice que “nadie le vio jamás”; y en el Éxodo se afirma que quien lo vea, morirá. Esto era así, si bien la manifestación del rostro en Norfolk puede reflejar un cambio de las intenciones divinas. O ser el aviso de la venida del Mesías que tanto anuncian los pastores, profetas y embaucadores de las más de once mil religiones que hacen su agosto todo el año.